
La justicia no corre, pero atrapa, es una de las frases más repetidas en los rincones portuenses desde el pasado martes. También se escuchan otras que suenan a rezo y deseo, algo así como ¿y aquí por qué no pasa? De todas maneras, no es mi pretensión realizar un juicio paralelo al “presunto implicado” en la corrupción de Marbella, para eso están los jueces que pondrán las cosas en su sitio. Mi preocupación radica en explicarles a nuestros hijos que el rey Gaspar puede que no aparezca este año en la cabalgata navideña porque es posible que se marche de vacaciones “pagadas” a la Costa del Sol y que, con un poco de suerte, regrese tras Semana Santa por gracia de Jesús “el Rico”.
Lo ocurrido al presidente del Racing se veía venir, incluso él mismo lo esperaba, sólo hay que ver el titubeo con “su” club de fútbol –ahora me voy, ahora vuelvo-, las supuestas enfermedades que padecía cada vez que aparecía un nuevo capítulo de la telenovela Malaya, la prisa que tenía por hacer negocios en El Puerto –proyectos comerciales y construcciones-. Aunque esto último, según sus pajes y adeptos no es cierto, ya que la fiebre por “hacer fortuna” solo la sufrió cuando se marchó a Marbella al cumplir veinticinco años, y que a nuestra ciudad llegó con el alma purgada y con el ánimo de lucro relegado. Y los portuenses nos lo creemos... Alguno pretende que a estas alturas los autóctonos del Puerto de Menestheo cambiamos “oro” por colgantes de conchitas de “burgaíllo”. ¿Quién da duros a cuatro pesetas?
Los acérrimos defensores, esos que han mejorado su nivel de vida –cambios de coches, de viviendas, buenos restaurantes - o lo mantienen, excusan al empresario, puesto que este pobre hombre, al que no dejaban triunfar en nuestra localidad, vino en el año 2003 a concedernos las riquezas conseguidas en sus cuarenta años de exilio y a crear puestos de trabajo. ¡Progreso, bendito progreso!, ¿dónde? Si los cortijos y los señoritos a caballo siguen presentes con sus vasallos incluidos.
Dicen que la burbuja inmobiliaria no se va a desinflar y que los precios de las viviendas no caerán, pero lo que está claro es que las “otras” burbujas que han creado los ladrillos han empezado a deshincharse y la caída de los imperios ficticios e ilegales es un hecho.
La sala de trofeos del Estadio del Cuvillo se ha quedado sola y el vino fino, los piquitos y el jamoncito no volverán a olerse por allí durante algún tiempo. Los pajes de Gaspar tendrán que esperar a que la Estrella de Oriente ilumine de nuevo la llegada del patrón.
Lo ocurrido al presidente del Racing se veía venir, incluso él mismo lo esperaba, sólo hay que ver el titubeo con “su” club de fútbol –ahora me voy, ahora vuelvo-, las supuestas enfermedades que padecía cada vez que aparecía un nuevo capítulo de la telenovela Malaya, la prisa que tenía por hacer negocios en El Puerto –proyectos comerciales y construcciones-. Aunque esto último, según sus pajes y adeptos no es cierto, ya que la fiebre por “hacer fortuna” solo la sufrió cuando se marchó a Marbella al cumplir veinticinco años, y que a nuestra ciudad llegó con el alma purgada y con el ánimo de lucro relegado. Y los portuenses nos lo creemos... Alguno pretende que a estas alturas los autóctonos del Puerto de Menestheo cambiamos “oro” por colgantes de conchitas de “burgaíllo”. ¿Quién da duros a cuatro pesetas?
Los acérrimos defensores, esos que han mejorado su nivel de vida –cambios de coches, de viviendas, buenos restaurantes - o lo mantienen, excusan al empresario, puesto que este pobre hombre, al que no dejaban triunfar en nuestra localidad, vino en el año 2003 a concedernos las riquezas conseguidas en sus cuarenta años de exilio y a crear puestos de trabajo. ¡Progreso, bendito progreso!, ¿dónde? Si los cortijos y los señoritos a caballo siguen presentes con sus vasallos incluidos.
Dicen que la burbuja inmobiliaria no se va a desinflar y que los precios de las viviendas no caerán, pero lo que está claro es que las “otras” burbujas que han creado los ladrillos han empezado a deshincharse y la caída de los imperios ficticios e ilegales es un hecho.
La sala de trofeos del Estadio del Cuvillo se ha quedado sola y el vino fino, los piquitos y el jamoncito no volverán a olerse por allí durante algún tiempo. Los pajes de Gaspar tendrán que esperar a que la Estrella de Oriente ilumine de nuevo la llegada del patrón.
Calle Sol. Diario de Cádiz (publicado 17 de Noviembre de 2006)
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