Asistimos estos días a la pasión y muerte política de un hombre que ha llevado las riendas de El Puerto durante 15 años, nada más y nada menos. A pesar de estar en pleno verano se puede hablar de Semana Santa de pasión por la recogida de firmas; declaraciones de compañeros de partido; ¡arrímate, que dicen que a río revuelto ganancias de pescadores!; cariño ¿dónde está la chaqueta de cuadros?, sí, aquella que me quité hace unos añitos; y, por supuesto, de muerte política, porque la inhabilitación es un hecho y hasta algún diario ha colgado la sentencia en su página web. Ya sólo falta sacar fascículos coleccionables de la Semana “Santa” vivida en estos dos o tres meses por este gran hombre, según su hija, claro.
Lo de María del Carmen Díaz es lo más coherente. Un artículo en defensa de su padre, ¿qué hijo no daría la cara por su padre? Además con razón, con mucha razón. Haciendo un inciso, cabe especificar que nunca voté a su partido y en absoluto me agradan las farolas de la calle San Juan, tampoco me gustan los mil quinientos cambios de la calle Larga, ni la tala de pinos, ni la excesiva construcción de viviendas que se quedan vacías para la especulación, ni la estrategia turística (que de sol- chancleta dio pasó al turismo residencial), ni la forma de controlar la motorada (ahora resaltos, ahora libertinaje), ni el desprendimiento de la Casa de las Cadenas, ni la eliminación de las cuatro piedras que quedaban del Puente de San Alejandro, tampoco aquella fuente horrible y hortera colocada en el pilar del dichoso puente y que, según las habladurías, costó cinco millones de las desaparecidas pesetas. Me queda la duda de Quality fish y el papel de Juan Carlos Rodríguez. No entiendo lo de la Plaza Isaac Peral, quince años y todavía sigue igual, bueno no, las palmeras pasaron a mejor vida, ahora descansan en las fotos antiguas o diapositivas del Departamento de Patrimonio de la ciudad. El parque de la Victoria desértico, la droga sigue presente y presenta una perspectiva de futuro bastante lamentable y lúgubre. El puente que iba a cruzar el Guadalete se quedó en sueños o proyectos, al igual que las instalaciones deportivas –piscinas y pabellones-, la reforma de la Estación de Ferrocarril o la Estación de autobuses. Es que en quince años no da tiempo. Las cosas de palacio van despacio.
Aún así, María del Carmen, lleva usted toda la razón. Todos aquellos que fueron salvados por el Excelentísimo con un cable, cuerda, cabo, jarcia o cualquier sucedáneo deben cerrar el pico. ¿Cuántos fueron ayudados y cuántos de ellos están buscando ahora la chaqueta que cambiaron hace al menos 15 años? La honestidad y la vergüenza no existen, sobre todo cuando se pierde por primera vez.
Artículo inédito (calle sol Diario de Cádiz)
Lo de María del Carmen Díaz es lo más coherente. Un artículo en defensa de su padre, ¿qué hijo no daría la cara por su padre? Además con razón, con mucha razón. Haciendo un inciso, cabe especificar que nunca voté a su partido y en absoluto me agradan las farolas de la calle San Juan, tampoco me gustan los mil quinientos cambios de la calle Larga, ni la tala de pinos, ni la excesiva construcción de viviendas que se quedan vacías para la especulación, ni la estrategia turística (que de sol- chancleta dio pasó al turismo residencial), ni la forma de controlar la motorada (ahora resaltos, ahora libertinaje), ni el desprendimiento de la Casa de las Cadenas, ni la eliminación de las cuatro piedras que quedaban del Puente de San Alejandro, tampoco aquella fuente horrible y hortera colocada en el pilar del dichoso puente y que, según las habladurías, costó cinco millones de las desaparecidas pesetas. Me queda la duda de Quality fish y el papel de Juan Carlos Rodríguez. No entiendo lo de la Plaza Isaac Peral, quince años y todavía sigue igual, bueno no, las palmeras pasaron a mejor vida, ahora descansan en las fotos antiguas o diapositivas del Departamento de Patrimonio de la ciudad. El parque de la Victoria desértico, la droga sigue presente y presenta una perspectiva de futuro bastante lamentable y lúgubre. El puente que iba a cruzar el Guadalete se quedó en sueños o proyectos, al igual que las instalaciones deportivas –piscinas y pabellones-, la reforma de la Estación de Ferrocarril o la Estación de autobuses. Es que en quince años no da tiempo. Las cosas de palacio van despacio.
Aún así, María del Carmen, lleva usted toda la razón. Todos aquellos que fueron salvados por el Excelentísimo con un cable, cuerda, cabo, jarcia o cualquier sucedáneo deben cerrar el pico. ¿Cuántos fueron ayudados y cuántos de ellos están buscando ahora la chaqueta que cambiaron hace al menos 15 años? La honestidad y la vergüenza no existen, sobre todo cuando se pierde por primera vez.
Artículo inédito (calle sol Diario de Cádiz)
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