viernes, 5 de enero de 2007

Dos Artículos Inéditos

Con el nuevo año, buenos propósitos. (Navidad 2007)
Con el inicio del nuevo año muchas personas ponen en marcha un plan de cambios para mejorar su vida. Dejar de fumar, hacer más deporte, fomentar las relaciones sociales, buscar un trabajo en el que sentirse realizado, adelgazar 5 kilos, procurar ser más tolerante y menos tiránico…Muchos psicólogos opinan que la calidad de nuestros pensamientos determina la calidad de nuestras vidas, y señalan que el pensamiento positivo nos permite valorar lo bueno y lo malo de cada situación, y transformar todas nuestras ideas negativas en energía positiva.
En este sentido, suelen señalarse hasta cinco puntos para conseguir mejorar la calidad de vida: asumir la responsabilidad, crear una lista de cosas que se quieren mejorar, fijar un objetivo, eliminar la expresión negativa “no puedo” y, finalmente, imaginar el éxito.
Para nuestra ciudad, El Gran Puerto de Santa María, realizar una lista es muy sencillo y a simple golpe de teclas se me ocurren varias cuestiones que se revelan con solo pensar en los famosos cambios, que nos son más que “buenos propósitos”. El florecimiento salinero, pesquero y vitivinícola; que vuelvan los que se fueron para trabajar; el resurgir de Puerto Sherry; tener políticos con vocación y honradez; finalizar las siete fases de regeneración del Centro-si existen de verdad-; dejar de talar árboles para construir casas que se quedan vacías y enriquecen a unos pocos; crear empleos de verdad; que se vayan los usurpadores que nos sobran aquí, esos que incluso dicen ser portuenses; que en el polvorista explote el polvorín; reactivar el Guadalete; remodelar el parque de la Victoria; dar vida al del Vino Fino; respetar nuestra historia y patrimonio cultural; disfrutar de las mejores tardes de Toros como decía Joselito; que el barrio alto vuelva a estar arriba y no en los bajos fondos; veranear en la Puntilla y mariscar en la Colorá; cruzar el San Alejandro; divertirnos en Carnaval; trabajar , vivir y disfrutar en El Puerto.
El siguiente paso consiste en fijar un objetivo, el cual debe ser realista, por eso, en este caso particular, habrá que esperar al mes de mayo para ver si dentro de un año tenemos que rememorar la dichosa lista. También es primordial, para alcanzar la ansiada calidad de vida, eliminar la expresión “no puedo”. Aunque en El Puerto ese “no puedo” se convirtió en “no me sale de los…” o “no me da la gana” que son tan negativas como la primera y cuya supresión total podría estar cercana por más que se haya maquillado con un “déjamelo apuntado en mi bloq que veré que puedo hacer”. Por otro lado, para reforzar la estrategia y luchar por ese cambio es preciso imaginar el éxito. Dicen los psicólogos que imaginar la felicidad que produce conseguir la meta ansiada es fundamental para luchar por ella. Y finalmente, y no me olvido de ella, es substancial asumir la responsabilidad. Para conseguir que los portuenses gocen de un nivel de vida más que saludable, es preciso que quien tiene poder lo asuma, dicen que cuanto más poder se tiene, más responsabilidad se asume, pero sin olvidar que la responsabilidad es hacer lo que nos corresponde de la mejor manera, siendo el beneficio colectivo.



Bolao perdío. (Verano 2006)
Con los vientos del noroeste y echando humos desde tierras gallegas llegué a El Puerto. Aunque no me acostumbro a ver mi ciudad así, ni a sufrir tanto junto a ella, ¡cuánta alegría cuando vemos la bahía desde lo alto de la cuesta del Aguapark después de varios días fuera! No hay nada igual. Aunque lo cierto es que conforme bajaba la cuesta y veía la ciudad empezaban las maldiciones y hasta le ponía nombres a los toritos de Osborne, los mismos, que a lo largo del camino, nos han acompañado y que, al llegar aquí, se juntaron todos en una de tantas rotondas. Maldiciones que crecen conduciendo por esa antigua N-IV y que se convierten en blasfemias cuando cruzamos El Puerto por la Ribera y la avenida de la Bajamar. Pero la cosa no acaba ahí, porque cuando nos relajamos y leemos la actualidad de nuestra ciudad en el Diario las maldiciones y lo que hemos llamado blasfemias se transforman en algo indefinible, aunque me produce vergüenza ajena.
Tan solo llevaba unas horas y con el levante, el tráfico y sus atascos y la lectura de las noticias del Diario de Cádiz, ya estaba “bolao perdío”. Para colmo, con la relajación, por supuesto entrecomillada, me vino a la mente las obligaciones cotidianas, como escribir el articulito correspondiente. El Ribeiro, al Alvariño y los pulpos solo quedan en las fotos y, aún siendo difícil de olvidar, ni me acuerdo. Esto es El Puerto y aquí hay que... ¿resignarse?
Por cierto, y aprovechando que estoy bolao perdío, ahí va mi homenaje al caído. Estuve fuera y no pude ir a comer ni a beber gratis. Querido y amado, odiado y repudiado, gracias por estos quince años, por cargarte los pinares y apoyar a la especulación urbanística, por cargarte la Casa de las Cadenas y las cuatro piedras del puente de San Alejandro, por olvidarte del barrio alto, por adornar con ese gusto tan deprimente nuestra ciudad –farolas de la calle San Juan y de la Ribera-, gracias por esas subvenciones a nuestra cultura –cinco kilos para los de la peña rociera y otros tantos para nuestra peña de los bolaos-, gracias por potenciar el turismo residencial colocando la carabela de la Niña en una rotonda en lugar del Guadalete, por potenciar el casco histórico demoliendo las casas palacios y dando licencias comerciales en el extrarradio, gracias por la forma tan peculiar de controlar la motorada (ahora resaltos, ahora libertinaje), gracias por aquella fuente horrible y hortera colocada en el pilar del citado puente, gracias por la reforma de la plaza de Isaac Peral, gracias por ese puente que iba a cruzar el Guadalete y que se quedó en proyectos, al igual que las instalaciones deportivas –piscinas y pabellones-, la reforma de la Estación de Ferrocarril o la Estación de autobuses. No te alejes de la vida política que en quince años no da tiempo para nada. Finalmente, un recordatorio para los que homenajean –comida y bebida gratis-: la gula es un pecado capital, y otro para el homenajeado: la prevaricación es un delito.

Artículos Inéditos

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