sábado, 17 de junio de 2006

¡Quieren minar la imagen de Urbanismo!

Tal día como ayer, se celebraron en España las primeras elecciones democráticas tras la dictadura. Adolfo Suárez agrupó el voto de una mayoría de españoles deseosos de la transición, aunque temerosos aún de dar su voto a la izquierda o a la derecha. La moderación y el equilibrio ganaron aquellas elecciones libres y permitieron el paso a la democracia. La ilusión se insinuaba en los rostros de quienes se acercaban a los colegios electorales para ejercer el anhelado derecho a votar.
Aquellos políticos eran respetados ya que representaban la libertad, los debates eran interesantes puesto que trataban de construir una nueva coyuntura socio- política. Hoy día los debates se tornan grisáceos y si los trasladamos a la vida política local la cosa se afea aún más. Se habla de construir, pero no un futuro para los portuenses, sino de cuentas bancarias personales, terrazas y piscinas sin las correspondientes licencias, viviendas en lugares catalogados como suelo comercial, y un sinfín de locuras que en nada representa aquel sueño e ilusión que suponía acercarse a las urnas el 15 de Junio de 1977.
A nivel local, la política resulta, cuando menos, patética. La vocación de servir a los demás no existe en determinados munícipes. Solo importan los intereses personales y aferrarse a un sillón aun a sabiendas de que los errores y las negligencias pueden transformarse en presuntos delitos. Da igual el campo que se nos antoje analizar, la mierda llega al techo y la desconfianza de los ciudadanos es total, aunque alguno dedique la tinta regalada en una página de cualquier diario a prepararle el camino “al candidato” que fue miembro de este ejecutivo. Se entiende, porque el clientelismo no se ha inventado ahora, ya existía en épocas antiguas, pero no se comparte.
En el caso de Urbanismo, “el aferrado” al sillón del palacio de Valdivieso, allá por la Calle Sol, cree que la oposición y otros grupos contrarios a los atropellos que nos tiene acostumbrado –Casa de las Cadenas, Hospital de mujeres del S. XVIII, la expansión urbanística de la zona oeste, Pinar de Coig, “su” piscina, “su” terraza, los pinares, ¿qué queda por devastar?- pretenden minar la imagen de la institución. Institución, político, persona, ¿de qué hablamos? La oposición y, probablemente, una gran parte de la ciudadanía portuense quiere su cabeza, pero nadie habla de la persona y mucho menos se cuestiona el papel y la importancia de urbanismo. Se plantea la dimisión del político, cuya gestión ha sido y es nefasta para El Puerto, en dieciséis años no ha avanzado en nada. Los problemas de la ciudad siguen siendo los mismos: droga, paro, falta de viviendas –para los jóvenes, para la gente humilde-, ¿hasta cuándo va a seguir esto así?
Calle sol
Diario de Cádiz (16 de Junio de 2006)

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