viernes, 18 de marzo de 2016

CONSTANCIA, CARÁCTER, CAMACHO

Y digo yo...
     La constancia, el esfuerzo, el trabajo, la dedicación y, podría seguir buscando sinónimos, todos encaminados a poner en valor una figura siempre importante en cualquier esquema directivo, en cualquier equipo de trabajo, en cualquier empresa o corporación, la del jefe. Podría hablar de Antonio Flor, presidente, cuyo trabajo conozco y todo lo que conlleva, porque una vez, en el mundo del baloncesto ejercí su actual cargo. Mucho se deja en el camino, muchas responsabilidades y sacrificios para que toda una familia, un equipo, un club salga adelante. Pero, a pesar de que Antonio es el jefe supremo, y agradeciendo a mi amigo Paco López Doello la oportunidad de escribir para esta gran familia rojilla y porteña, esta columna de opinión va dirigida a otro jefe, al míster de la primera plantilla, el Sr. Camacho Bellido.
     Desde este pasado verano, cada quince días, disfruto cada domingo de este deporte y en mi ciudad. No soy aficionado de seguir los resultados semanalmente, conozco el nombre de tres o cuatro jugadores de la primera plantilla y tengo que reconocer que el forofismo lo perdí cuando caí en la cuenta de que los ídolos son personas, que las personas pueden cometer errores y acciones con las que no se puede estar de acuerdo y pueden fallar. Por eso, mejor disfrutar el momento que idolatrar, así no hay decepciones.
     Como decía, cada quince días un abrazo al jefe, ver cómo está, verlo emocionado o cabizbajo, apreciar que está bien y que disfruta, que está en su salsa, su pasión, su fútbol. Tendrá carácter, no lo dudo, que de casta le viene al galgo, pero seguro que va de frente y con la honestidad necesaria para tomar decisiones valientes, argumentadas y asumiendo la responsabilidad que tiene. Y con una filosofía tan transparente y tan clara, el que esté en su barco sabe de sobra que el paraguas del jefe aguantará el chaparrón y más fácil es la travesía de una temporada cargada de partidos, de entrenamientos, de esfuerzo y sacrificios.
     En mi mente una foto, la de dos buenos amigos míos abandonando abrazados la cancha el día que se consiguió el ascenso. El plumilla, compañero y buen amigo y el míster, mi primo. A partir de ahí, cada quince días una cerveza y una Pepsi Light viendo al Recre, gane o pierda es nuestro equipo, el de mi amigo Luismi y el de mi primo.
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