En la era de las nuevas
tecnologías, el concepto de trabajo está involucionando y degradándose. Muy
lejos queda aquello de “El trabajo dignifica a la persona porque la hace sentir capaz,
útil, necesaria, autosuficiente y perteneciente a una sociedad activamente
económica”.
Llevarse el trabajo a casa,
trabajar mientras paseas o cuidas a tus hijos, es algo que empieza a
normalizarse, como ya ocurriera con las jornadas de más de 12 horas en épocas
de gran carga laboral, aunque encubiertas con contratos de cuatro horas. Tener
que comer y/o dar de comer a los nuestros son algunos de los motivos que nos
dirigen a aceptar y permitir la precariedad laboral, argumento reforzado con el
mito cavernario y avasallador de “mal de muchos, consuelo de…pobres” y “traga
que en la puerta hay gente esperando”.
Las condiciones laborales son las
que son, pero por el hecho de ser andaluz la cosa se agrava. En el sur, la
crisis económica es permanente, de ella nunca salimos. Indolencia, desidia, indiferencia, esclavitud.
En muchos casos, la situación es
dramática y desesperante, pero peor es apreciar cierta satisfacción y
conformismo en la penosa sensación de esclavitud y de agradecimiento
por la vida que nos ha tocado vivir. Hay demasiados culpables e interesados, y
un somnífero social con gran potencia que no nos deja ver más allá.
Los
datos son los datos. A finales de enero, Susana Díaz asomaba al balcón de las
redes sociales para decir que “#Andalucía
lidera en #España la reducción de paro y la creación de empleo en
2018. Datos que demuestran que la gestión socialista estaba dando sus frutos…”.
Y dejé de leer,
porque además de arcadas, se publicaban los datos del paro. Tiene
guasa. El paro volvió a aumentar en este pueblo andaluz arrasado por el PSOE.
Enero es malo, se sabe, pero es que el liderazgo a nivel estatal en la subida es
para Andalucía, que aumenta en 19.996.
Mucho paro, mucha precariedad y
una actitud negativa para afrontarlo, y es que, a pesar de vivir una vida objetivamente miserable,
parecemos estar no solamente resignados sino agradecidos con nuestra
existencia. El cambio real y efectivo no es un gobierno formado por un partido
corrupto que defiende intereses neoliberales, un partido muleta que lo único
destacable ha sido defender un sistema bipartidista corrupto y otro que alzará
la mano cantando el cara el sol para aprobar los presupuestos andaluces.
Nos quieren pobres y
empobrecidos, trabajando por limosnas para combatir la miseria. Y sin embargo,
España se rompe y saldrán a manifestarse el domingo pero no por las brechas
salariales ni por la pésima distribución de la riqueza, no, por no hacer
películas sobre Blas de Lezo y la masculinidad hispana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario